Al analizar el desarrollo de las sociedades y el avance personal, se evidencian rasgos comparativos que recaen en actitudes. Conductas que pueden ser las causas de la situación en que vive un paÃs, una organización o un individuo.
Sobre este particular, Amartya Sen y el PNUD crearon el concepto de desarrollo humano y, en ese mismo sentido, Martha Nussbaum se refiere al enfoque de Las diferentes corrientes sociales, las ideologÃas y, por supuesto, los preceptos espirituales establecen una relación proporcional entre la pobreza y la dedicación; esta última incluye el trabajo y la educación.
Al explorar las interioridades de los grupos sociales y las personas que componen un conglomerado, se puede encontrar que, en general, las agrupaciones más laboriosas evidencian mayores niveles de progreso económico y social.Está harto demostrado que la capacitación obtenida por medio de la educación es el mayor factor de movilidad social y crecimiento económico de la gente. El otro elemento diferenciador entre avance y atraso tiene que ver con la disciplina en el trabajo que conlleva esfuerzo y constancia.
A menudo escuchamos a los integrantes de cualquier comunidad quejarse de su situación de precariedad y escasez económica y, al analizar, su historia de vida ha estado marcada por la pereza y/o la indisciplina. Otros que han contado con las mismas y hasta peores condiciones han logrado salir de la pobreza y orientarse por senderos de bienestar y calidad de vida.
Es cierto que, tradicionalmente, en las diferentes sociedades, no todos disfrutan de igualdad de oportunidades, pero a pesar de esas diferencias, el trabajo disciplinado y el estudio constante conducen al progreso individual y colectivo.
Con razón cobra sentido el versÃculo bÃblico que señala en Proverbios 13:4: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; más el alma de los diligentes se enriquecerá”.
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